jueves, 4 de abril de 2013


TEATRO, ECOLOGÍA DE LA MENTE Y SUSTENTABILIDAD SOCIAL
Por Jesús Guerra Sánchez
            El Teatro, desde su concepción, es una herramienta de comunicación muy poderosa. A través de los tiempos, ha sido utilizada por diferentes pueblos, para guiar sus rumbos éticos y morales, ya sea en India (Natyasastra), Grecia (Misterios Eleusinos) o Mesoamérica (Toltecáyotl) el Teatro ha conducido al Animal Humano en su Imperativo categórico -y práctico- eficazmente. El Teatro en este sentido, es un recurso de desarrollo. Su importancia es tal, que hace frente a los procesos de aculturación e individuación que son las bases para destruir una sociedad completa. Pese a ser, el arte escénico, hecho por el Ser Humano, es substancial en el ámbito de la sustentabilidad y de la ecología de la mente. Desde siempre la población mexicana había asistido masivamente al Teatro en sus diferentes modos de producción. Ya sea al para-teatro ritual o al espectáculo comercial, que iban a ver a las familias teatrales como los Fábregas y los Soler o al Teatro de Carpa con sus exponentes popularísimos como Jesús Martínez “Palillo”, Manuel Medel entre muchos otros. El Teatro con su vocación trashumante, tenía una vinculación directa con la población y había público cautivo. Cuando llegó el imperio de la pantalla chica, desaparecieron los Teatros en la calle –causado además, por la agudización de la represión desplegada por gobiernos como los dirigidos por el “Regente de Hierro” Uruchurtu-. Al desaparecer el Teatro de la calle y comenzar los espacios teatrales (Arcos Caracol, El Caballito entre otros) que por una serie de dificultades y conveniencias se refugiaron en los espacios universitarios donde ganaron espacios de exploración poética, estética y ética, pero que al separarse del público dejaron de llegar masivamente a las colonias y pueblos del País –salvo esfuerzo aislados como el Teatro en Coapa y los emanados del Grupo Mascarones y la Organización Teatral Independiente de México-. El enclaustramiento del Teatro en las escuelas y la fantasía de la televisión, dio como resultado la paulatina desaparición del público teatral (El Maestro Ludwik Margules presagiaba la muerte del Teatro, pero al mismo tiempo vislumbraba su prevalencia al decir: “Sólo la osadía provinciana puede rescatar al Teatro”). Su gradual desaparición, la confirma la Encuesta del Consejo Nacional para la Cultura en las Artes de 2010, que dice que: “el 67 % de la población mexicana señaló que nunca ha visto una obra de teatro”. Tenemos pues que las causas principales del bajo número de público y la ausencia de espectadores en este país son: a) La aparición de las nuevas tecnologías, b) La necesidad de sobrevivencia de los hacedores teatrales que enajenaron y alienaron sus servicios a la industria televisiva, c) La represión gubernamental, d) El sobre énfasis al paternalismo universitario y gubernamental y d) La indiferencia tanto de la mayoría de la población, como de los hacedores para desarrollar teatros comunitarios y de grupo. Ante tal panorama inquiero lo siguiente: ¿Será que el Teatro dejó de comunicar y dar señales de vida al espectador?¿Cómo desarrollar mecanismos de autogestión o  gestión cultural para generar recursos que permitan sobrevivir a los hacedores del Teatro ante la ausencia de espectadores en las butacas? Y la cuarta pregunta que sería el planteamiento de la hipótesis: ¿Cómo generar y consolidar nuevos públicos? Y revertir el diagnóstico que afirma que: el 67% de la población no consume Teatro (Encuesta 2010 del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes). Saber por qué los artistas de este arte están abandonando el Teatro y se enrolan en las producciones de la telebasura (Anuncios publicitarios, Telenovelas, programas de Concursos, etc.).
            Presento la sintomatología del Estado de Morelos como ejemplo de como la ausencia de Teatro -como recurso de desarrollo humano y sustentabilidad social- degrada la salud mental de la población: El Estado de Morelos fluctúa entre el primer y los primeros lugares nacionales en consumo de alcohol, feminicidios, no tiene una Ley de Cultura que garantice el Derecho a la Educación artística y por lo cual el 94.5% de la Población no consume Arte. Ocupa el primer lugar en muertes violentas. Extorsión. Deserción escolar. Y además al firmar el TLC, México puso en riesgo la Soberanía alimentaria. En todo esto veo un vacío en la capacidad de reflexión y la deformidad en el imaginario colectivo, que no le permite a la gente, tener relaciones afectivas de una manera asertiva. Por tal motivo, estoy seguro de que el Teatro puede ser una poderosa herramienta de comunicación para que las personas puedan tener instrumentos que le permitan auto-observarse y auto-realizarse como comunidad. El Teatro como recurso debe producirse para preservación asertiva del género humano.

¿MANDE?, ETHOS DE ESTE MEXICANO DOMICILIO
Por Jesús Guerra Sánchez
            En la Mesoamérica pre-cuauhtémica, existía un Modelo llamado “Toltecáyotl” que definía la Identidad y las Tradiciones individuales y sociales. Existía el concepto de macehual (merecedor/digno) que determinaba si el estudiante, había comprendido positivamente la herencia genética de la comunidad. La Toltecáyotl o “La manera de hacerse a sí mismo de un rostro y un corazón”, permitía hacer consciencia y dimensión del deber ser dentro del contexto comunitario. Ser servicial y obediente a la tradición era lo correcto y mantenía cierta cohesión comunitaria en la Sociedad. Según Marx en los orígenes de todas las sociedades humanas, el comunismo (primitivo) era el sistema socio-económico que más o menos afectaba asertivamente la relación entre los seres humanos y su entorno. Todo habitante desarrollaba una especie de frugalidad y no generaba un empoderamiento disruptivo con sus semejantes o con el ecosistema. Reminiscencias de esto, las podemos encontrar en la epístola que el Gran Jefe Seattle de la tribu Suwamish envió al Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica Franklin Pierce en 1854 y la reciente Ley de los Derechos de la Madre Tierra signada en Bolivia. El Imperio mexica y su tendencia avasalladora, únicamente fueron preparando el terreno para la resignificación del servicio como acción con deseo de comunidad a acción enajenada al servicio de la oferta y la demanda. Hoy en el S. XXI la frase predilecta de los grupos hegemónicos mutó de: “Mándeme vuestra merced” a “¿En qué le puedo yo servir?” y popularísima “¿Mande?”. Ethos del cotidiano mexicano, que pareciera dar la razón a Aristóteles, que consideraba como natural la existencia de esclavos y amos. Es el “mande” la prueba fehaciente de la pobreza ontológica que habita el grueso de la población mexicana. No hay una sola persona en este mexicano domicilio que no pida “ser  mandada”.
            El “mándeme” y la pobreza van de la mano, La Pobreza –en este caso de afirmación de identidad-, dicen los que saben, viene de pauperis, que significa infértil o poco productivo. Sin embargo, hay muchos tipos de pobreza y además, es muy significativo que hasta se clasifiquen sus niveles y modalidades (Pobreza Extrema, pobreza relativa, pobreza moderada, pobreza cíclica, pobreza colectiva, pobreza individual, pobreza educativa, pobreza de servicios, pobreza de salud, pobreza absoluta, etc.), como una especie de galería del terror para la población y una suerte de indicador para medir lo bien que están haciendo las cosas los grandes corporativos empresariales. Es bien sabido que las Corporaciones Mercantiles -representantes de los intereses del Capital- son como dicen los documentalistas, Jennifer Abbott, Mark Achbar y Joel Bakan: “Psicópatas”, que sin ninguna consideración, son capaces de destruir países enteros con tal de capitalizarse continuamente. Ante los indicadores, es más que obvio, la conveniente existencia de una poderosa oligarquía dueña de los medios de producción y una masa hundida en la más profunda miseria material, intelectual y espiritual. Esto no hace más que evocar la imagen de un organismo sumamente enfermo. Por eso resulta sencillo para este país, poner énfasis en los síntomas y no en la enfermedad que los produce. Contrastando con los 11 mexicanos más ricos del planeta, tenemos, según el Instituto Politécnico Nacional, 33 millones de analfabetas funcionales, incapaces de reflexionar su realidad más allá de lo epidérmico. La pobreza intelectual en la que se sume sistemáticamente a este país, pareciera ser el síntoma más grave de la enfermedad social, y es muy significativo ya que efectivamente, se evidencia la incapacidad ciudadana para generar una solución que lo emancipe de tal condición. El pobre mexicano o infértil mexicano es incapaz de vislumbrar, concientizar y dimensionar el virus que produce el mal y curarse. Este se llama: Neoliberalismo.
            Finalizo con algunas preguntas y buenas intenciones sobre México y su vocación discontinua (incapacidad de consolidar su revolución y su independencia) ¿Será que Aristóteles tenía razón y que la esclavitud es natural? ¿O será que el mexicano tiene vocación de “probe”? Confío en la elevación de la consciencia, para que el mexicano logre vislumbrar otro mundo posible, de buena vida, en donde no hay mucho que perder y todo que ganar. Y alcanzar un vida más digna y hacernos merecedores (macehuales) de este “Mexicano domicilio”. La pobreza, no es natural al Ser Humano, aunque así se quiera sostener astutamente. Por el contrario, es el Animal Humano libre y potencialmente emancipado. Únicamente es un acto de voluntad para afirmar su Consciencia Ontológica y erradicar como mencioné antes, ese “mande” como síntoma del Ethos de Pobreza impuesto.