¿MANDE?, ETHOS DE ESTE
MEXICANO DOMICILIO
Por Jesús Guerra Sánchez
En la
Mesoamérica pre-cuauhtémica, existía un Modelo llamado “Toltecáyotl” que
definía la Identidad y las Tradiciones individuales y sociales. Existía el concepto
de macehual (merecedor/digno) que
determinaba si el estudiante, había comprendido positivamente la herencia
genética de la comunidad. La Toltecáyotl o “La manera de hacerse a sí mismo de un
rostro y un corazón”, permitía hacer consciencia y dimensión del deber ser
dentro del contexto comunitario. Ser servicial y obediente a la tradición era
lo correcto y mantenía cierta cohesión comunitaria en la Sociedad. Según Marx
en los orígenes de todas las sociedades humanas, el comunismo (primitivo) era
el sistema socio-económico que más o menos afectaba asertivamente la relación
entre los seres humanos y su entorno. Todo habitante desarrollaba una especie
de frugalidad y no generaba un empoderamiento disruptivo con sus semejantes o
con el ecosistema. Reminiscencias de esto, las podemos encontrar en la epístola
que el Gran Jefe Seattle de la tribu Suwamish envió al Presidente de los
Estados Unidos de Norteamérica Franklin Pierce en 1854 y la reciente Ley de los Derechos de
la Madre Tierra signada en Bolivia. El Imperio mexica y su tendencia
avasalladora, únicamente fueron preparando el terreno para la resignificación
del servicio como acción con deseo de comunidad a acción enajenada al servicio
de la oferta y la demanda. Hoy en el S. XXI la frase predilecta de los grupos hegemónicos
mutó de: “Mándeme vuestra merced” a “¿En qué le puedo yo servir?” y popularísima
“¿Mande?”. Ethos del cotidiano
mexicano, que pareciera dar la razón a Aristóteles, que consideraba como
natural la existencia de esclavos y amos. Es el “mande” la prueba fehaciente de
la pobreza ontológica que habita el grueso de la población mexicana. No hay una
sola persona en este mexicano domicilio que no pida “ser mandada”.
El
“mándeme” y la pobreza van de la mano, La
Pobreza –en este caso de afirmación de identidad-, dicen los que saben, viene
de pauperis, que significa infértil o
poco productivo. Sin embargo, hay muchos tipos de pobreza y además, es muy
significativo que hasta se clasifiquen sus niveles y modalidades (Pobreza
Extrema, pobreza relativa, pobreza moderada, pobreza cíclica, pobreza
colectiva, pobreza individual, pobreza educativa, pobreza de servicios, pobreza
de salud, pobreza absoluta, etc.), como una especie de galería del terror para
la población y una suerte de indicador para medir lo bien que están haciendo
las cosas los grandes corporativos empresariales. Es bien sabido que las
Corporaciones Mercantiles -representantes de los intereses del Capital- son
como dicen los documentalistas, Jennifer Abbott, Mark Achbar y Joel Bakan:
“Psicópatas”, que sin ninguna consideración, son capaces de destruir países
enteros con tal de capitalizarse continuamente. Ante los indicadores, es más
que obvio, la conveniente existencia de una poderosa oligarquía dueña de los
medios de producción y una masa hundida en la más profunda miseria material,
intelectual y espiritual. Esto no hace más que evocar la imagen de un organismo
sumamente enfermo. Por eso resulta sencillo para este país, poner énfasis en
los síntomas y no en la enfermedad que los produce. Contrastando con los 11
mexicanos más ricos del planeta, tenemos, según el Instituto Politécnico Nacional,
33 millones de analfabetas funcionales, incapaces de reflexionar su realidad
más allá de lo epidérmico. La pobreza
intelectual en la que se sume sistemáticamente a este país, pareciera ser el
síntoma más grave de la enfermedad social, y es muy significativo ya que
efectivamente, se evidencia la incapacidad ciudadana para generar una solución
que lo emancipe de tal condición. El pobre mexicano o infértil mexicano es
incapaz de vislumbrar, concientizar y dimensionar el virus que produce el mal y
curarse. Este se llama: Neoliberalismo.
Finalizo
con algunas preguntas y buenas intenciones sobre México y su vocación discontinua
(incapacidad de consolidar su revolución y su independencia) ¿Será que
Aristóteles tenía razón y que la esclavitud es natural? ¿O será que el mexicano
tiene vocación de “probe”? Confío en la elevación de la consciencia, para que
el mexicano logre vislumbrar otro mundo posible, de buena vida, en donde no hay
mucho que perder y todo que ganar. Y alcanzar un vida más digna y hacernos
merecedores (macehuales) de este
“Mexicano domicilio”. La pobreza, no es natural al Ser Humano, aunque así se
quiera sostener astutamente. Por el contrario, es el Animal Humano libre y potencialmente
emancipado. Únicamente es un acto de voluntad para afirmar su Consciencia
Ontológica y erradicar como mencioné antes, ese “mande” como síntoma del Ethos de Pobreza impuesto.
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